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Descubre qué son las cenas clandestinas y cómo puedes vivir esta experiencia gastronómica en un lugar de Bogotá.
A continuación, un nuevo retrato de una experiencia en otro espacio clandestino de auténticas propuestas culinarias que se ha tomado Bogotá para mostrar de una forma singular las cenas colombianas.
Por Melissa Quinn, una colombiana orgullosa de su gastronomía para @marcapaiscolombia
Es otro día. Esta vez llego a las 5:45 p.m. a un apartamento en el sector de Chapinero. De manera inesperada mi teléfono celular pierde señal, mientras espero frente a la puerta del apartamento 101. Lo primero que pienso es: ¿y ahora? Cuando de repente una mujer abre la puerta, es Carolina Ribón, la esposa del chef y la anfitriona de estas cenas clandestinas.
Dejo mi abrigo y mi cartera en el perchero, mientras observo de manera panorámica el lugar. En ese ‘paneo’ noto que varias miradas me encuentran y caigo en cuenta que soy la última del grupo en llegar. Me empiezo a sentir avergonzada, pero Carolina me toma del brazo y me integra con los demás comensales, quienes previamente habían compartido en la cocina asistiendo al chef con el alistamiento de los ingredientes.
Intento apartar la vergüenza caminando por el amplio jardín, cuando Carolina me ofrece un destilado de piña producido en Guasca, un municipio ubicado en el departamento de Cundinamarca. La bebida con esferas de maracuyá al fondo me recuerdan a las burbujas del bubble tea, inventado en Taiwán, pero que en este caso son una creación de otra pareja de colombianos que innova con comida molecular en el país −me comenta Carolina−.
Cuando acabo mi aperitivo de entrada, Felipe González, el chef, me invita a compartir con todos alrededor de la chimenea. La expectativa de todos sube de nivel, lo reconozco porque ahora estamos en círculo y nos podemos ver la cara.
Felipe alista la paila para comenzar con la preparación del curry criollo en leña, y nos cuenta sobre el origen de este plato, así como la transformación que le daremos con ingredientes colombianos comprados en la Plaza de Mercado Paloquemao.
Empieza a rotar un plato de especias y soy la primera en acercar mi nariz para reconocer el agradable olor de la canela, el anís y el cardamomo. Luego, la chica mexicana que se encuentra a mi lado se ofrece en triturar las especias aromáticas antes de tostarlas, el brasilero le ayuda, y en paralelo veo como se construyen nuevas amistades alrededor.
Las verduras que estaban servidas en la mesa principal, cambian de puesto y pasan en el orden que detalladamente Felipe indica. La guatila, los cubios, las habas verdes, la calabaza victoria, entre otros ingredientes colombianos, se cocinan lentamente, mientras tanto Carolina nos ofrece una gaseosa artesanal a base de flor de jamaica, hecha por los mismos comensales.
La frescura del ambiente se torna evidente. La conversación y la música folk en español que sale de un amplificador, similar al que se utiliza para guitarras eléctricas, se juntan al unísono. Y llegó la hora de pasar a la mesa, el momento más esperado de la noche. Cuatro nacionalidades ansiosas por probar el curry al estilo criollo y el postre colombiano que cerraría este tipo de cenas clandestinas.
Plato fuerte
Postre
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