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El jugador con más asistencias efectivas en el pasado Mundial de Brasil, conserva la humildad y sabor propios de la región antioqueña.
Desde muy pequeño, Juan Guillermo Cuadrado demostró que el fútbol era lo suyo, su pasión. Por eso, con parte del dinero que recibía por su trabajo, Marcela Bello, su mamá, pagaba las mensualidades de su primera escuela, “Mingo Fútbol Club”, en Necoclí.
Hoy, con 30 años, esos primeros pasos parecen convertirse en el motor de los grandes logros que ha conseguido en su carrera. Por eso, te invitamos a que conozcas a Juan Guillermo más de cerca, para que así descubras por qué sus victorias también son las de 47 millones más de colombianos:
Juan Guillermo vive en Italia con su madre y su hermana. Para que el no extrañe tanto la tierra, la comida colombiana no puede faltar semanalmente.
Cuando era adolescente, tuvo que soportar que varios clubes le negaran el ingreso debido a un problema hormonal que afectaba su crecimiento. Entre esos estaba el River Plate.
En sus primeros partidos como profesional, un periodista lo catalogó como “Juanito, el del potrero”, debido a todas las creaciones futbolísticas que realizaba en el campo.
A través de su empresa, “Juan Cuadrado Store”, genera empleo y obtiene recursos para su Fundación que busca ayudar a los niños de su tierra, Necoclí.
Según su prima, Julieth Arenas, los famosos crespos de Cuadrado los consigue gracias una peinilla, gel y a varias horas de dedicación de su mamá, quien se los realiza.
Un accidente en su niñez casi lo deja por fuera del fútbol profesional. Escondido debajo de una carreta, se fracturó el tendón de Aquiles cuando ésta comenzó a andar y él perdió el equilibrio.
Aprovecha las bondades de la tecnología para seguir en contacto con los suyos en Colombia, pues aunque ya se acostumbró a la vida italiana, no deja de extrañar su tierra colombiana.
Cuadrado es el orgullo de todo el país y una muestra más de lo mejor de Colombia.