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Eje o área de promoción
Conoce a Jairo Pinilla, padre del cine de terror en Colombia y ejemplo de perseverancia y recursividad en la industria cinematográfica.
Jairo Pinilla es un caleño que hace más de 50 años decidió hacer cine de terror en Colombia. Aunque hoy es un director de culto, hace 30 años estuvo en boca de muchos espectadores y críticos que conocieron su trabajo como pionero del cine de suspenso en Colombia. Sin contar con grandes patrocinadores o formación sólida en cinematografía, Pinilla aprovechó todos los recursos que tenía a la mano para abrirle camino al género fantástico y de terror en el país. Recibió halagos y críticas que le ayudaron a mejorar sus historias y a pulir su técnica. Hoy, a sus 71 años, compartió su historia con Marca País Colombia.
Después de estudiar ingeniería electrónica, a los 22 años, la empresa en la que trabajaba me mandó a estudiar a Ciudad de México. Estando allá decidí conocer los estudios de cine famosos y quedé fascinado. Al llegar a Colombia no quería solo ver películas, quería hacer cine yo mismo ¡eso no podía ser tan difícil! Inicié con una camarita pequeña de 16mm con la que hacía pruebas, hasta que conseguí mi primer patrocinador, que me dio una cámara mejor con la que comencé a experimentar y salió mi primer corto: Kondor el Mago.
A mí me encantaban las películas mexicanas de Pedro Fernández, María Félix y Jorge Negrete. Pero tengo un lema desde hace muchos años: a mí no me gusta caminar para adelante porque camino igual que los demás, a mí me gusta hacer cosas que no hace nadie y ponerles mi propia marca. Si es lo más difícil, ¡allá meto la cabeza! También analicé qué era lo que más le gustaba a la gente y me di cuenta de que a todos nos llaman la atención el suspenso y el miedo. Como aquí nadie lo hacía, ¡qué verraquera, iba a ser el primero!
Nunca he querido copiar a nadie y me he encargado de hacer todo el proceso: desde el guión hasta los efectos. Yo escribía la historia, buscaba los patrocinadores, conseguía la gente para la producción y, si tenía que, armaba los escenarios. Después de grabar, me iba a los laboratorios para revelar, cortar el negativo y arreglar el sonido. Lo hacía todo para ahorrar dinero y así fue como logré que mis películas fueran únicas. (También puedes leer: Cinco películas para entender cómo piensa y siente un colombiano)
Por mi cuenta. Hacía los efectos especiales por intuición, según lo que veía. Por ejemplo, si necesitaba que una persona brincara del segundo piso al primero, lo filmaba normalmente y después volteaba el negativo para poner el último fotograma de primero y el primero de último; pero me quedaba la persona al revés. Entonces repetía la toma pero volteaba la cámara y al final quedaba como yo quería. Aprendí haciendo, y así ha sido siempre. Jairo Pinilla ha hecho en total 64 películas, entre las que se destaca Triángulo de Oro, la primera película que se grabó en altamar fuera del país y la única que ha hecho en inglés. Dentro de las favoritas del cineasta también están 27 horas con la muerte y Funeral siniestro.
Al público le gustaban mucho. Funeral Siniestro logró un record de exhibición, duró tres meses en cartelera y no la podían sacar porque la gente compraba y compraba las boletas a pesar de que en otras salas proyectaban Patrullero 777, de Cantinflas, y Jesús de Nazaret. A otros no les gustaban tanto, pero cuando veía las filas de las personas que iban ver mis películas era muy emocionante, hasta tengo grabaciones de eso.
A mí me encanta la crítica. El hombre no se hace a punta de elogios sino de críticas y la mejor forma de aprender es a través de los errores. Aún hoy hay personas a las que les interesa lo que hago y no solo en Colombia, también en el exterior. Hace dos años, cuando vieron mis películas en España por primera vez les gustaron tanto que organizaron una retrospectiva y un homenaje en SITGES, el festival de cine de suspenso más importante del mundo.
Todavía es un género inexplorado pero lo que se ha logrado tiene el sello colombiano. Contamos con un festival de cine fantástico y de terror como Zinema Zombie a donde los jóvenes van a ver lo que se ha hecho aquí y en otros países; ese es el primer paso para enamorarse del cine y animarse a hacerlo uno mismo. Yo doy charlas en universidades y veo que los estudiantes quedan fascinados. Más que ganar mucho dinero por lo que uno hace , lo que de verdad importa es inspirar a los jóvenes que son el futuro.
A la capacidad de superar todos los obstáculos y a la habilidad de crear sin ponerle límites a la imaginación. Uno lo ve en la literatura, en el teatro, en el arte y por supuesto también en el cine. Para hacer ficción la creatividad es muy importante, porque aunque no tengas las cámaras de última tecnología o locaciones perfectas, el cine colombiano cuenta historias muy interesantes y eso cautiva al espectador.
Llevo cinco años trabajando en una película en tercera dimensión. Es complicado porque exige mucho en cuanto a técnica pero, como buen colombiano, yo no me rindo. Un equipo de estudiantes me está ayudando en todo el proceso, están reunidas como tres generaciones de fanáticos del cine y yo creo que el resultado puede ser muy bueno. Jairo también reconoce cómo sus películas tuvieron fallas que en medio del suspenso podían hacer reír a la sala entera. Sin embargo, su labor como padre del género en Colombia, la originalidad de su estética, su intuición en cuanto a la técnica y su recursividad para hacer cine lo convierten en un colombiano digno de admirar. Gracias a Jairo Pinilla se puede decir que en Colombia también se hace cine de terror.