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¡Dulces, ringletes y mucho alfeñique! Conoce sobre las macetas, los deliciosos dulces artesanales fabricados en el Valle del Cauca para celebrar el Día del Ahijado.
Tiene piel canela, pómulos sonrosados y una sonrisa enorme que expone sus dientes blancos delineados por labios carmesí. Lleva el cabello crespo, tono castaño oscuro, y un traje tradicional. Así se representa a Dorotea Sánchez, la mujer vallecaucana que, en otra época, dio origen a la más dulce y bella tradición del Valle del Cauca.
Desde finales del siglo XIX en Cali, en vísperas del Día del Ahijado, conmemorado el 29 de junio, todos los padrinos se disponen a celebrar su vínculo con sus apadrinados. Por eso, a finales del mes de junio, la ciudad disfruta de cinco días de festejo donde las calles se visten de macetas, dulces de alfeñique adornados con ringletes, papelitos de colores y las banderas de Colombia y de Cali; además de un sinfín de decoraciones. Una tradición que destaca la imaginación, la magia y la alegría de la ciudad y su gente, junto con la importancia cultural de la caña de azúcar.
Esta historia es sobre una receta que ha pasado de generación en generación. En todas las familias caleñas se cuenta que, antaño, fue la negra Dorotea quien, desde su casa en el barrio San Antonio, inventó la fórmula de las macetas, artesanías comestibles elaboradas en dulce de alfeñique (producto de la mezcla de azúcar y agua). Sin la posibilidad de regalar algo a sus gemelos, Pedro y Pablo, en el día de su cumpleaños, tomó un puñado de azúcar, lo único con lo que contaba, e invocó fervorosamente a los apóstoles. Ese día aparecieron Pedro y Pablo, los santos, quienes le enseñaron la receta de los afamados dulces.
Las macetas se convirtieron en el regalo más codiciado por los niños de la región y los padrinos acostumbraron a sus ahijados a recibir anualmente macetas de dulce de alfeñique, como símbolo de su amor y en conmemoración de su día. Es por esto que cualquiera que visite la ‘Sucursal del Cielo’ tiene la obligación de probar: lulada, cholado, marranitas, pandebono, empanadas, rosquillas y, por su puesto, dulces de alfeñique, abundantes durante el Festival de Macetas, declarado en 2013 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
Si visitas Cali o Jamundí, Yumbo o Palmira, poblaciones a donde se ha extendido la tradición, podrás participar del Festival de Macetas y contagiarte del sabor vallecaucano. Una región en que la vida discurre al ritmo de la salsa y los cantos del Pacífico, la tradición azucarera, cerros turísticos y cañaduzales, cuyos habitantes celebran la tradición que tanta alegría le ha traído a los ahijados en estas fechas.
Si te animas a participar, puedes visitar la colina de San Antonio y el Bulevar del Río, además de centros comerciales y almacenes de cadena en Cali, Jamundí y Palmira, y en el parque Belalcázar en Yumbo, donde las familias artesanas y los niños atraídos por los dulces mantienen viva esta tradición. También puedes recorrer el parque de la Flora y al parque de El Ingenio, espacios que se suman a la exhibición y venta de macetas. Definitivamente, se trata de una maravillosa oportunidad de participar en actividades lúdicas para disfrutar en familia y, de la manera más dulce, aprender todo sobre esta tradición y la importancia del sector azucarero en la región.
El alfeñique se prepara a hervor de leña, cuando el agua y el azúcar se mezclan en ollas esmaltadas que evidencian la celebración consecutiva de varios festivales. Como resultado se obtiene una melaza que, siguiendo las instrucciones de la negra Dorotea, permite darles forma y color a diferentes figuras y entorchados. Piezas de dulce que, soportadas en palillos, se incrustan en un palo de maguey y se adornan con papelitos de colores, banderas y pequeños molinos de viento que se agitan estrepitosamente con los vientos cálidos de la región.
Los más afamados padrinos son los de bautizo, pero también los hay de confirmación y matrimonio: personas cercanas que brindan su apoyo y cariño a los apadrinados. Sin duda un vínculo que bien vale la pena celebrar obsequiando una maceta, pero que no se convierte en requisito para hacer parte del festival.
Las macetas llevan consigo un gran valor cultural y sentimental, lo que las convierte en el mejor regalo y motivo de celebración para todos los residentes y visitantes de Cali y la región. Nadie puede salir de la capital del Valle, Jamundí, Palmira o Yumbo, sin conocer el sabor del alfeñique. Por esto, padres, padrinos, amigos, familias, vecinos y enamorados participan sin falta en el Festival de Macetas, cuyo principal fin es preservar en el tiempo esta dulce y bella tradición en torno a la mítica receta de nuestra querida Dorotea.
Si visitas la región durante los últimos días de junio no tienes excusa para dejar de disfrutar o regalar una maceta. Pueden ser un recordatorio, un souvenir, un detalle o, sin duda, una forma de sumarle puntos a tu plan de conquista. Porque acá la alegría se convierte en estos dulces que, movidos por el viento, nos traen un poco de lo mejor de Colombia.