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El Día de la Raza rinde un homenaje a la unión y la diversidad. Música, deportistas, pueblos, tradiciones, festivales, cantos, carnavales, danzas, instrumentos y recetas, entre otros, son fruto del sincretismo prehispánico, hispánico y afrodescendiente.
Cada 12 de octubre Colombia conmemora su diversidad e inigualable acervo cultural. A la riqueza geográfica y natural se suman tradiciones, historias y obras procedentes de la integración cultural de los pueblos indígenas nativos, los colonos europeos y los cimarrones africanos disgregados por el territorio.
El Día de la Raza, aunque no legitima la colonización, rinde un homenaje a nuestro presente; nuestra realidad folclórica, ritual, musical y gastronómica, que mucho tiene que ver con esta historia.
A comienzos del mes de octubre en el año 1492, Cristóbal Colón anunció tierra a la vista. Sus carabelas, La Niña, La Pinta y La Santa María, protagonizaron el descubrimiento de América.
Un lugar fascinante, adornado por las islas del Caribe y selvas nativas custodiadas por especies endémicas y comunidades tribales de carácter milenario.
Tras años de colonización y luchas independentistas se escribió la historia de Colombia, fruto de la mezcla de razas, costumbres, culturas y gastronomías, las cuales figuran un inmenso patrimonio que merece ser destacado.
Cortesia Mario Carvajal www.mariocarvajal.com
Desde el 12 de octubre de 1914, en España y toda Hispanoamérica se conmemora esta fecha fomentada por la Unión Ibero-Americana (UIA). En Europa se le conoce como Día de la Fiesta Nacional o Día de la Hispanidad.
Por su parte, Colombia durante este día, se aleja de cualquier homenaje a los colonizadores y se concentra en reconocer y destacar a todos los indígenas, negros, blancos, gitanos, mestizos, mulatos y zambos que conforman su nación.
Hace un llamado a la unión, donde lo principal es proteger las comunidades y saberes ancestrales que aún habitan el territorio.
Colombia conecta las dos partes del continente americano. Además de africanos y colonizadores, acogió diferentes comunidades indígenas de toda la región.
Así lo demuestran los tepuyes de la Sierra de Chiribiquete, el centro del mundo y un lugar sagrado para las comunidades aborígenes; o Tierradentro, San Agustín e Isnos, los cementerios indígenas más importantes del continente.
Hoy en día existen en el país más de 80 pueblos indígenas nativos que preservan la existencia de 67 lenguas antiguas.
Los Wayúus, Nasa, Embera, Pastos y Senú lideran la extensa lista de tribus que hacen parte de la raza colombiana.
Esas que le heredaron al país el agradecimiento y respeto por sus recursos naturales; el maíz como ingrediente infaltable en la cocina tradicional e instrumentos esenciales en el folclore nacional como la guacharaca, los cununos y las gaitas.
Cientos de africanos desembarcaron años atrás en Cartagena y Mompox. El Atlántico y el corredor de la Costa del Pacífico acogieron a esta población que periódicamente se desplazó por los ríos Magdalena, Cauca, Atrato y Patía.
También, en el Archipiélago de San Andrés y Providencia, ingleses, europeos y africanos originaron la comunidad raizal, cuyas lenguas principales son el creole y el inglés.
Negros cimarrones fundaron replicas africanas en territorio colombiano, como San José de Uré o San Basilio de Palenque, declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, ya que es el primer pueblo negro, libre de América.
La historia africana ha legado a Colombia instrumentos, recetas, festividades, rituales, cantos, bailes y muchas cosas de especial importancia para la humanidad y el país.
Por ejemplo, el idioma palenquero, una mezcla ideada en los barcos españoles, cuando los africanos juntaron el portugués, el castellano y diferentes lenguas bantú para poder comunicarse.
Por cuenta de las carreras independentistas, los colonizadores europeos abandonaron el territorio colombiano a principios del siglo XIX. Dejaron una marcada civilización que adoptó rasgos culturales de los extranjeros salientes.
Sus versos, instrumentos y ritmos se sumaron al acervo indígena y africano para dar origen a varias expresiones de la cultura nacional.
También por su cuenta se consolidaron los blancos o mestizos como la población mayoritaria en el territorio. Hoy se clasifican entre paisas, vallunos, costeños, santandereanos, opitas, llaneros, boyacenses, nariñenses, rolos y otros, según su región, acento y costumbres.
Los porros caribeños del maestro Lucho Bermúdez hacen estremecer el alma. Esos no habrían sido posibles sin el amparo de las gaitas indígenas (kuisi), la percusión africana y los instrumentos de viento provenientes de Europa, como el clarinete, el trombón, la tuba y las trompetas.
Fusión que nos ha puesto a bailar con Tolú y Colombia tierra querida. La misma que, luego del naufragio del barco alemán sobre las aguas del río Magdalena, donde apareció el afamado acordeón, dio vida al vallenato, con las gaitas y guacharacas indígenas al compás de la caja con concepto africano.
Instrumentos traídos de Europa como el clarinete y el arpa hacen parte del repertorio musical de Colombia, en géneros como la cumbia y los cantos llaneros.
Lo mismo que la guitarra, también traída del viejo continente, de la cual surgió el tiple. Una adaptación rural colombiana protagonista en las inevitables reminiscencias por cuenta de una buena guabina.
Y qué decir de los Gaiteros de San Jacinto o Totó la Momposina, entre otros artistas que juntan la herencia indígena y africana en obras que quitan el aliento.
Cortesia Mario Carvajal www.mariocarvajal.com
Cada baile cuenta una historia. Incluso los movimientos, que pueden ser tímidos y rígidos o sensuales y agitados, hablan de su ubicación cercana al interior de la zona andina o a las regiones costeras, respectivamente.
Actos religiosos, protestas, cortejos, reclamaciones y ceremonias han servido de inspiración a coreografías que son propias del país desde la época de la colonia.
Nuestra raza se identifica con bailes autóctonos como bundé, abozao, currulao, tamborito, bullerengue, cumbia, mapalé, puya, porro, bambuco, pasillo, san juanero, guabinas, guaneña, joropo y bailes tradicionales indígenas. Una muestra más del naciente sincretismo aborigen, africano y europeo.
En medio de fascinantes paisajes esculpidos por la naturaleza aguardan pueblos y comunidades que ofrecen a sus visitantes un viaje en el tiempo.
Patrimonios del país y la humanidad que se conservan intactos y nos remontan a diferentes épocas en la historia de Colombia.
Una vez más, el Día de la Raza rememora los hechos que trajeron al país la estructura tradicional europea de los pueblos colombianos, donde se alza una parroquia en frente de una plaza o parque rodeado por las casonas de la época.
Migraciones europeas, orientales y africanas, contrastadas con la identidad de comunidades locales, moldearon destinos como Barichara, La Playa de Belén, Popayán, Tinjacá, Guaduas, Honda, Villa de Leyva, Santa Fe de Antioquia, Jericó, Mompox, Salamina, Lorica, Cartagena y muchos otros.
Lugares de caminos empedrados, tejas de barro, fachadas blancas y ocres, paredes de bahareque y ornamentaciones coloridas en madera que nos recuerdan que el presente es historia.
El Día de la Raza es un homenaje a la diversidad colombiana y la gastronomía es la mejor prueba de la fusión de tradiciones y saberes indígenas, europeos, negros y mestizos.
Aunque existen platos de marcada importancia nacional, como la arepa o el sancocho, o se mantienen ingredientes comunes en todo el territorio como el arroz y el maíz, no existe consenso sobre un plato representativo de Colombia.
Al contrario, cada lugar cuenta con muestras gastronómicas autóctonas, mezcla de la sabiduría culinaria prehispánica, hispánica y afrodescendiente. Una cocina criolla y tropical de variados condimentos, especias, carnes y pescados.
Realmente son innumerables los aportes culturales que han forjado la identidad nacional. Colombia es un país rico en sabores, sonidos, carnavales, festivales, rituales y danzas. La vida y las tradiciones en las costas del Pacífico y el Atlántico.
Por ejemplo, contrastan bastante con las de los llanos orientales, el interior del país o las selvas amazónicas. Cada pedacito de Colombia tiene rasgos propios, con una larga historia por descifrar.
Te invitamos a celebrar la diversidad en el Día de la Raza, uno de los días festivos en Colombia para conocer y revivir la historia y las tradiciones en cada rincón del territorio nacional, unidos en torno a conservar y homenajear la cultura, el sabor y el futuro del país.
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