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Transcurría el verano de 1985, cuando ‘Lucho’ Herrera lideraba la novena etapa de esa edición de Tour de Francia.
Cuando ya se encontraba en el embalaje final sufrió una aparatosa caída. Su rostro se bañó en sangre, la cual se mezcló con el sudor propio de quien lleva varias horas montado en una bicicleta. Entre tanto, millones de colombianos, algunos con lágrimas en sus ojos, observaban atónitos por televisión la dramática escena. Esta habría podido inspirar el famoso discurso de Winston Churchill, primer ministro británico, quien prometió a sus compatriotas ingleses sangre, sudor y lágrimas en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. ‘Lucho’ Herrera se levantó, subió de nuevo en la bicicleta y pedaleó con los 27 millones de colombianos a su lado y finalmente llegó victorioso a la mesa de Saint-Etiénne. Una hazaña inolvidable en el Tour de Francia.
Un par de años después, ‘Lucho’ Herrera repetiría la gesta al coronarse campeón de la Vuelta a España de 1987. Fabio Parra también hizo lo suyo. Con una regular y constante actuación fue el primer colombiano en subir al podio al quedar tercero en el Tour de Francia en 1988. Esa edición fue ganada por Pedro ‘Perico’ Delgado. Por aquel entonces, nombres como el del mismo Delgado, el de Bernard Hinault, Laurent Fignon y Greg Lemond, eran objeto de conversaciones en cualquier café colombiano al ser varios de ellos los principales rivales de Herrera, Parra y compañía.
En los años siguientes, pedalistas como Oliverio Rincón, Álvaro Mejía y más recientemente, Santiago Botero, quien obtuvo la victoria en una etapa y el maillot de la montaña, tuvieron destacadas actuaciones en las carreteras europeas.
En el nuevo milenio, y en particular en la década del diez, Colombia recobró su protagonismo de primer orden en la escena ciclística internacional. Nairo Quintana, con dos segundos lugares y un tercer lugar en el Tour de Francia, y Rigoberto Urán con un segundo puesto en el mismo certamen galo han tomado las banderas colombianas y se han vuelto huéspedes frecuentes del podio parisino. Sí, el mismo donde han pisado leyendas de la talla de Eddie Merckx, Miguel Induráin e incluso el polémico Lance Armstrong.
En la edición del Tour de Francia de este año, las esperanzas colombianas no solo están puestas en Nairo Quintana y Rigoberto Urán, sino también en las piernas de Fernando Gaviria. Gracias a estos héroes, están de vuelta las épocas en las que los colombianos desayunábamos viendo a Herrera y a Parra darlo todo en cada etapa por el tricolor nacional. Hoy se presenta ante nosotros un fenómeno similar al que vivimos a inicios de siglo cuando Juan Pablo Montoya transitaba a más de 300 kilómetros por hora los trazados de todo el mundo y peleaba rueda a rueda con Michael Schumacher mientras que, dependiendo de la región, los colombianos nos emocionábamos al calor de un café, un chocolate, una almojábana o un tamal.
Todos los colombianos esperamos que alguno de los tres cumpla con el sueño de millones de aficionados al ciclismo y logremos estar en lo más alto del podio de los Campos Elíseos.