Bienvenido, usted está en MARCA PAÍS
Imagen
Imagen
Resultado de la mezcla de las culturas prehispánicas, europeas y africanas nació lo que hoy conocemos como el Carnaval de Negros y Blancos de San Juan de Pasto.
Detrás de las manifestaciones que se viven en las festividades de carnaval celebradas en San Juan de Pasto hay una gran cantidad de historias que exaltan por qué este evento es toda una expresión de multietnicidad marcada como patrimonio inmaterial de la humanidad.
El origen prehispánico del carnaval tiene sus raíces en los rituales de ofrenda al Padre Sol, Madre Luna, Pachamama y Taita Urcunina (Volcán Galeras) que realizaban los habitantes del Altiplano Nariñense. En la actualidad se recuerdan estas ceremonias en las fiestas de San Pedro y San Pablo que se celebran en pueblos aledaños a San Juan de Pasto. Las danzas del carnaval también recuerdan los rituales de purificación que hacían los indígenas americanos.
Tiempo después, con la llegada de los conquistadores europeos y su fuerte cruzada por la evangelización del pueblo indígena, las fiestas toman un nuevo rumbo. La estrategia de los colonos fue recrear al Dios católico como la expresión del bien y mostrar a las deidades de los nativos como la del mal. Esta maniobra, junto con la presión violenta que en esa época se ejerció, recayó en la adopción de nuevos elementos rituales por parte de los indígenas de la región. Fruto de esta mezcla cultural nacieron manifestaciones como los disfraces y las coloridas caravanas que se evidencian en el carnaval.
Con el arribo europeo también llegó una alta población de esclavos africanos que celebraban sus fiestas en los días del Corpus Christi (junio) y de los Reyes Magos (6 enero) bajo permiso de la corona española. Como el día de los reyes estaba destinado para el regocijo español, la celebración africana fue ubicada el día anterior. Allí se origina el Día de los Negros, celebrado el 5 de enero con gran júbilo y pintura negra en el carnaval.
El origen del Día de los Blancos se dio el 6 de enero de 1912 cuando el sastre Ángel María López empezó a esparcir polvos con perfume de mujer entre los asistentes a la misa de reyes de San Juan Bautista. Bajo la arenga “Vivan los blanquitos”, las personas se unieron al unísono mientras se untaban unos a otros con los polvos blancos. Este juego dio comienzo a una tradición que aún se conserva en el carnaval.
Conoce más sobre el Carnaval de Negros y Blancos, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.