Bienvenido, usted está en MARCA PAÍS
Imagen
Imagen
Con sólo 22 años, el 10 de la Selección tiene fascinado a medio planeta. Tanto que la FIFA acaba de nominarlo al Balón de Oro del Mundial.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Y la que quedó para la historia la tarde del 4 de julio en el estadio de Castelão, en Fortaleza, parece confirmar ese viejo lugar común: James Rodríguez, el joven 10 de esa alegre Selección Colombia que descrestó a todos en el Mundial, llora la derrota frente al equipo brasileño mientras dos jugadores –David Luiz y Dani Álves– se acercan a consolarlo. La fotografía muestra al espigado defensor brasileño señalando con su dedo índice al joven colombiano, como diciéndole a todo el estadio, sin palabras: “él es el protagonista. Apláudanlo”.
Y es que, a decir verdad, pocos jugadores brillaron tanto en este mundial como James. No sólo es, cuando aún faltan dos partidos, el único goleador del Mundial, sino que la FIFA acaba de reconocer su enorme talento nominándolo al Balón de Oro, galardón que premia al jugador más valioso del campeonato y en el que compite con nombres como Lionel Messi, de Argentina, Arjen Robben, de Holanda, y Thomas Müller, de Alemania.
Pese a su creciente fama –y a que el propio Lionel Messi dijo en una entrevista que James era el jugador del Mundial que más lo había impresionado–, nuestro 10 sigue siendo ese tímido jovencito cucuteño que se crió en Ibagué con una pelota atada a sus pies. Ya desde muy pequeño, James daba muestras de su talento: en 2004, por ejemplo, anotó dos goles olímpicos en la final del Pony Fútbol que su equipo, Academia Tolimense, jugó contra Cali en Medellín. Una hazaña al mejor estilo de los Súper Campeones, una de sus series de dibujos animadas favoritas.
Hoy James Rodríguez juega en el Mónaco de Francia, junto a Falcao García, y se dice que equipos como el Real Madrid de España podrían estar interesados en su pase. Está casado con Daniela Ospina –hermana del portero David Ospina– y tiene una pequeña hija, Salomé, inmortalizada en el tatuaje de su antebrazo derecho que besa cada vez que hace un gol. Uno de esos goles que, gracias a su zurda prodigiosa, pusieron a vibrar a todo un país en Brasil.
Gracias, James. Tus goles, humildad y dedicación te hacen parte de la Respuesta.