Filandia y Salento, dos caminos para vivir el Eje Cafetero
En el eje cafetero, Filandia y Salento revelan dos experiencias únicas de explorar el país de la belleza ¡Descúbrelas!
En pleno corazón del Eje Cafetero Colombiano, hay dos pueblos de Colombia que, a primera vista, parecen sacados del mismo sueño: casas coloridas, calles empedradas, aroma a café recién tostado y una naturaleza que se impone sin pedir permiso. Y es que basta pasar un par de días en cada uno para entender que Filandia y Salento cuentan dos historias distintas sobre lo que significa viajar por Colombia, el país de la belleza.
Los expertos de Viajala.com.co nos hablaron sobre cómo estos dos destinos revelan formas opuestas y complementarias de vivir el turismo rural. En un país donde los viajeros buscan cada vez más experiencias auténticas, esta dupla del Quindío en Colombia demuestra que no hay una sola manera de recorrer nuestro país. Aunque apenas los separan 40 minutos por carretera, sus formas de recibir al viajero revelan dos caminos opuestos: uno lleno de vida y movimiento; el otro, más íntimo, pausado y silencioso. Conoce de qué se trata.
Salento: cuando el país de la belleza se convierte en una postal
Salento es un destino rural muy visitado en el país, y una postal viva del Quindío que representa el encanto más reconocible del país de la belleza. Su Calle Real, siempre radiante, está llena de fachadas coloridas, tiendas de artesanías y cafés con vista a las montañas. Y más allá del pueblo, el Valle de Cocora impone su majestuosidad con palmas que parecen tocar el cielo. Además, recibe gran cantidad de visitantes, por eso resulta importante cuidarlo siempre.
Recorrer Salento Colombia despierta un orgullo profundo: este es uno de esos lugares que muestran al mundo la fuerza de nuestras montañas, la calidez de nuestra gente y la belleza que nos define como país. Entre los planes en Salento que más enamoran están caminar por senderos que parecen pintados a mano, probar café de origen en fincas tradicionales y contemplar las vistas desde los miradores viviendo experiencia rurales.
Filandia: el otro lado del país de la belleza
Filandia es un pueblo colombiano que ha apostado por el silencio. No porque no haya turistas —cada vez hay más—, sino porque la experiencia aquí es diferente. En Filandia se respira más lento. Las caminatas ecológicas, las charlas con los caficultores y los miradores sin multitudes invitan a la pausa. Este pequeño pueblo ha sido ejemplo de cómo crecer sin perder el alma. En 2022 se integró al programa “Pueblos que Enamoran” y ha priorizado el turismo comunitario, con rutas eco-turísticas y proyectos de conservación como la recuperación del bosque de Bremen. Filandia es, sin duda, otra forma de habitar el país de la belleza.
Hoy, Filandia Colombia se distingue como un orgullo de los pueblos del Quindío: sus casas tradicionales de bahareque y balcones floridos, sus fincas cafeteras, su Reserva Barbas-Bremen, y su Centro de Interpretación del Bejuco al Canasto son reflejo de una herencia viva. Se puede saborear café de altura, recorrer senderos entre cafetales y bosque nublado, admirar un paisaje que combina montañas y verdes intensos, y contagiarse de la calidez de su gente. Visitar Filandia no es solo un plan de turismo: es reconectarse con lo auténtico, local y ancestral que define al Eje Cafetero Colombiano.
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Dos formas de viajar, una misma Colombia
¿Buscas ambiente, movimiento y una oferta turística consolidada? Salento te espera. ¿Prefieres conexión con la naturaleza, conversaciones con locales y menos afán? Filandia puede ser tu lugar. Y esa es, justamente, la magia de Colombia: que no hay una sola forma de descubrirla. En cada destino hay matices, ritmos y formas de ver la vida. Filandia y Salento se complementan, y nos recuerdan que el país de la belleza también se construye desde sus contrastes. En esta diversidad, estos dos lugares se suman a los grandes pueblos turísticos de Colombia, mostrando por qué nuestro país sigue enamorando a quienes lo recorren.
En Colombia, los viajes no son solo rutas o postales. Son decisiones sobre el tipo de viajero que queremos ser. Y en ese camino, cada elección revela un pedacito más de lo que somos. Y quizá ahí radica el verdadero encanto de viajar por Colombia: cada trayecto, sin importar lo corto o largo, nos conecta con nuestra identidad, con historias que resisten en las montañas y con la esencia cálida que nos distingue. En pueblos como Filandia y Salento entendemos que el país no solo se recorre, también se siente, se conversa y se vive.