El realismo mágico de Gabriel García Márquez proyectó una imagen de Colombia que ni siquiera los mismos colombianos conocían.
Nuestra idiosincrasia caribeña, reflejada magistralmente en sus historias tan fantásticas como verosímiles, viajó hasta los últimos rincones del mundo gracias a Gabriel García Márquez.
Con historias como ‘La mala hora’, ‘Los funerales de Mamá Grande’ y ‘Cien años de soledad’, Gabo construyó y difundió la imagen de un país –y de una región– que él mismo consideraba “una fuente de creación insaciable”. Un universo mágico, alegre, diverso y turbulento, que hizo soñar a lectores de todo el mundo en una época en que la gente sólo asociaba a Colombia con droga y violencia.
Como años atrás lo hizo William Faulkner con los pueblos del sur de Estados Unidos, García Márquez logró lo que para muchos era más que necesario: ubicó a Aracataca en el mapa de Colombia y le mostró al resto del país la cultura y tradición del caribe colombiano.
Desde su discurso de aceptación al Nobel, García Márquez expuso con total humildad que Latinoamérica, aunque no fuera Europa, tenia una historia de admirar y contar. Antes, la literatura universal giraba entorno a Europa y Estados Unidos. Con su obra, y la de todo el ‘Boom’ latinoamericano, Gabo hizo que el mundo tornara sus ojos hacia nuestro continente, descubriendo un universo fascinante y complejo, que no era otra cosa que el día a día de cualquier latinoamericano.
En la mente de Estocolmo y el mundo quedó la imagen de un Nobel vestido de liqui liqui, acompañado con una comitiva de más de 60 cantantes y bailarines que hicieron retumbar de cumbia y vallenato hasta los mismos reyes de Suecia, en una ceremonia sin precedentes que le mostró la enorme riqueza que Colombia tiene para mostrarle al mundo.
Este momento marcó un hito en la historia latinoamericana, pues puso al sur del continente –y especialmente a Colombia– en la mira del universo literario.
García Márquez continuó su trabajo de transformación entre las letras. En 1994 fundó en Cartagena la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en búsqueda de una nueva visión periodística para el continente.
Su pensamiento de país ideal era el de una Colombia donde nos sintiéramos orgullosos de nuestro trabajo. Por eso en 1993 participó activamente en la comisión del gobierno de César Gaviria, para idear un país al alcance de los niños tanto en las ciencias como en las artes.
Nuestro Nobel colombiano hoy es una de las razones por las que miles turistas visitan cada año ciudades como Cartagena y Barranquilla, a la búsqueda de relatos tan fantásticos y tan propios como los que podían ocurrir en su universal Macondo.
Fue él quien logró describir a Colombia desde su realismo mágico, llevando la cultura colombiana y popular a un lenguaje universal.
Por eso, hoy los colombianos se despiden de uno de sus más grandes representantes, mostrándole al mundo que su extensa obra literaria y periodística también hace parte de #LoBuenoDeColombia.